Permaneciendo Limpios en esta Perversa Generación

¿Es posible que un cristiano permanezca limpio y puro en un mundo lleno de violencia, inmoralidad y corrupción? ¿O es inevitable que el espíritu de esta generación desgaste a los santos de Dios y atribule sus almas? Le sucedió a Lot y a su familia en Sodoma y le está sucediendo a muchísimos cristianos en todo el mundo. Las abrumadoras tentaciones de esta perversa generación ya han causado que numerosos cristianos se comprometan y complazcan en prácticas impías.

Yo creo que es posible, no sólo mantenerse limpio en medio de un derrumbe moral, sino que también creo que es posible crecer en santidad y pureza aunque el infierno absorba a esta generación. No es inevitable que el pueblo de Dios caiga al borde del camino y sea víctima de los poderes demoníacos desatados sobre esta tierra.

Hay un espíritu de sensualidad que cautiva a la tierra y muchos cristianos viven con un creciente temor de que ellos puedan ceder lentamente ante ello. Estamos siendo bombardeados constantemente con aquello que es lascivo e inmoral. Revistas, películas y programas de televisión lucen escenas de desnudez, lujuria y violencia ante sus expectadores. El adulterio es glorificado y a uno le da la impresión de que casi todos están entregados a aventuras secretas con una nueva pareja. Drogas, alcohol y la promiscuidad sexual se hacen atractivos. Los conductores famosos de televisión alardean de sus borracheras, de sus numerosos divorcios, de sus códigos morales, ¡y al público le gusta esto! Mientras más vergonzosos sean sus hechos, mayor es el aplauso.

Ministros y evangelistas que predican en contra de toda esta inmoralidad y suciedad son ridiculizados y se burlan de ellos. Comediantes difaman los buenos nombres de Anita Bryant, Billy Graham, Rex Humbard y demás predicadores de rectitud, haciendo de la pureza y santidad el objeto de sus bromas diabólicas. En el Día del Juicio, las multitudes de escarnecedores e injuriadores verán con un terror silencioso cómo todos los comediantes y caricaturistas profanos sean llamados ante nuestro santo Dios para dar cuentas. Nuestro Dios Todopoderoso sacudirá los cielos cuando se ría en sus caras. Todos ellos temblarán y clamarán por misericordia cuando estén cara a cara con Aquél de quien se han burlado y hecho escarnio. Él les rugirá en santa indignación: "Así como lo hicisteis a uno de éstos, al menor de mis siervos, a mí me lo hicisteis".

Los cristianos verdaderamente honestos deben hacer un balance y preguntarse a sí mismos estas preguntas importantes: "¿Están cambiando mis valores morales? ¿Se está filtrando la maldad de esta generación en mi vida? ¿Estoy siendo afectado por el bombardeo de sensualidad que veo por todo mi alrededor? ¿Estoy desarrollando un apetito por las cosas del mundo? ¿Estoy cambiando para mal, sin saberlo?"

La verdad es que la mayoría de nosotros permitimos cosas en nuestras vidas que condenábamos hace apenas algunos años atrás. No tenemos una santa indignación en nosotros. No solamente nos quedamos callados ante los morales que han sido erosionados en nuestra tierra, sino que estamos cediendo paulatinamente a las crecientes presiones y aceptando las mentiras de Satanás. Todos somos tentados por fuerzas de lujuria y sensualidad poderosas y a la vez engañosas. Puede ser que no le guste tal afirmación, puede pensar aún que es inmune a tal acusación, pero examine honestamente su vida por un momento. ¿Ve programas inmundos como "Saturday Night Live"? ¿Qué hay acerca de todas las películas inmorales? La gente me puede acusar de legalista, de intolerante o cualquier otro adjetivo que escojan, pero en plena honestidad estos programas exaltan el divorcio, el adulterio, la infidelidad y aún la homosexualidad. Nos decimos ser cristianos temerosos de Dios, y a pesar de eso, alimentamos nuestras almas y mentes de mucha de esta inmundicia satánica.

Hace unos cuantos años atrás, nuestra generación se escandalizó por las payasadas de los Beatles y de otros grupos de rock que invadieron esta nación con música que alababa las drogas, el sexo y la violencia. La gente ahora mira atrás hacia esos días y dice: "Qué estúpidos éramos. ¿Por qué era tanto alboroto? ¿Por qué nos escandalizábamos acerca de ellos? Eran solamente niños inocentes que querían ganarse unas monedas. Era solamente cobrar, una estafa comercial". Pero amigos, ¿hemos crecido realmente? ¿Somos ahora más inteligentes, más tolerantes? ¿O estamos ahora tan intimidados por las fuerzas de maldad, aceptamos con resignación lo que una vez conocimos que era pecaminoso y corrupto? Considere lo que estaba ocurriendo. La música rock ha pasado a ocupar la casa de Dios; los sonidos inducidos por la droga están dando un débil mensaje cristiano y multitudes de jóvenes cristianos han adquirido un apetito por un estilo de música que nació en las mentes de personas endemoniadas que se burlaban de Dios. He estado en reuniones donde jóvenes se burlan de algunos himnos de antiguos tiempos, tales como la "La Vieja Rugosa Cruz". Qué vergüenza que muchos de estos jóvenes no sepan disfrutar estos gloriosos himnos que nacieron en grandes avivamientos.

Sí, estamos cambiando. Nuestra música ha cambiado. Nuestros estándares están cayendo. Nuestra aceptación por el mal está siempre en aumento. Nuestro silencio contra la inmoralidad que ha traspasado los límites es más y más evidente. Nos jactamos de ser ahora más educados y cultos, más hábiles para aceptar y lidiar con los cambios morales sin ser afectados. Nos gusta pensar que estamos ajenos a ser contaminados por la pornografía, la sucia programación de televisión y la creciente corriente de inmoralidad que hoy nos absorbe. Cada vez más cristianos pueden pasearse dentro cines, mirar con lascivia revistas pornográficas, ver horas de inmundicia en la televisión, socializar con multitudes impías en lugares impíos, y luego acostarse en la noche pensando ellos mismos: "¡Todo ésto y Jesús también! No soy afectado ni en lo más mínimo por toda la suciedad e inmundicia alrededor de mí. Aún soy el mismo cristiano que he sido siempre".

¿Será acaso que ahora estamos tan tibios, tan acomodados con la "nueva moralidad", que nos hemos vuelto ciegos a nuestra verdadera condición espiritual? Antes que a nadie, yo quiero que el Santo Espíritu vuelva su reflector hacia mi alma y exponga cada camino pecaminoso o malvado que se está introduciendo en mi vida. Quiero un avivamiento de rectitud en mi vida. Quiero estar otra vez hambriento y sediento de la verdadera santidad.

¿Qué es lo que realmente corrompe a un cristiano? ¿Qué es lo que causa que un cristiano "se debilite" y se vuelva mundano? ¿Por qué muchos cristianos están hoy espiritualmente secos y vacíos?

¿Por qué muchos cristianos se quejan de que se está volviendo más difícil permanecer limpios y puros en esta época? ¿Será porque en esta época hay un espíritu que es más corrupto y engañoso que el de cualquier otra generación? ¿Estaremos peleando contra demonios más grandes y perversos que nuestros antepasados? ¿Es más alto el nivel de corrupción hoy que lo que era hace cientos o miles de años? ¿Tiene Satanás algún tipo de poder especial sobre este siglo? ¡Claro que no! Satanás puede estar más enojado que nunca, los hombres impíos pueden estarse volviendo más y más perversos, el pecado puede estar abundando por todos lados, pero no es ni el poder de Satanás ni el espíritu de iniquidad lo que está corrompiendo a los cristianos. Otras generaciones han experimentado estallidos de violencia y corrupción. La generación de Noé era tan malvada que Dios fue obligado a borrarlos de la tierra. La generación que construyó la torre de Babel era mala y perversa. Todos los profetas pensaron que su generación era la más impía y perversa en la historia. Escuche al profeta Oseas clamando contra su generación, y suena como si estuviera hablando acerca de nuestra sociedad actual:

"Hay prostitución y adulterio… pueblo piensa que Dios está excusando sus pecados… No hay nadie que invoque a Dios… se ha mezclado con los demás pueblos… como palomas incautas ellos se mezclan con las naciones…el pueblo de Dios se está deshaciendo de las cosas que son buenas y haciendo ídolos de plata y oro. Están convirtiendo mis altares en altares de pecado… Profetas están hablando cosas necias, y el varón de espíritu es insensato, porque hay una multitud de maldad en su corazón…" (ver Oseas 7-9).

Oseas le dijo a su generación: "Ustedes se han olvidado de su Hacedor. Dicen conocer a Dios, pero ya no le consultan. Están ocupados construyendo, corriendo tras las cosas de esta vida, y en el transcurso se han convertido en vides vacías sin fruto, en tortas a medio cocer".

Isaías pensó que su generación era la más malvada y vil de todos los tiempos. El describió a su sociedad como "pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados… (Isaías 1:4). ¿Hijos que están corrompidos? ¿Una generación pecadora que ha olvidado a Dios? ¿No tiene ésto un parecido familiar?

Jesús se refirió a su generación como "mala… malvada… perversa". Mucho después de que Cristo ascendió al Padre, Pedro estaba denunciando los pecados de su generación, diciendo:

"Tienen los ojos llenos de adulterio… no se sacian de pecar. Aman la maldad… Tienen el corazón habituado a la codicia… Son hijos de maldición" (ver 2 Pedro 2:14, 15).

En cada una de estas generaciones anteriores, había un espíritu que causaba que los hombres abandonaran a Dios y se rebelaran. Ha habido jóvenes delincuentes en cada época. Los borrachos, rameras, y asesinos han estado haciendo alarde de sus pecados desde el principio. Adulterio, divorcio, fornicación y todas las demás iniquidades de nuestra generación han sido ampliamente practicadas en el pasado. La maldad ha estado siempre presente. Satanás ha estado ocupado en todas las generaciones. El diablo intentó tentar y engañar a David, a Isaías, a Pablo, y al pueblo de Dios tan enérgicamente como hoy busca devorar al pueblo de Dios. A pesar de todo, Dios siempre ha tenido un remanente. No importa cuán violenta y corrupta se haya vuelto la generación, Dios siempre tuvo un pueblo fiel hasta el fin. El espíritu de su época no los abrumó. Ellos crecieron fuertes y santos en medio de persecución y maldad. En cada generación ha habido alguien que nunca dobló sus rodillas ante los ídolos del diablo. Ellos continuaron en la presencia de Dios con manos limpias y corazones puros. Ellos rechazaron al mundo y todos sus placeres y vieron a Cristo como el galardón de sus vidas.

¿Usted dice que las generaciones pasadas no tuvieron que enfrentar pornografía, películas sucias, homosexualidad, desviaciones sexuales y promiscuidad? ¿Dice que los seductores de hoy son más poderosos y tienen herramientas únicas de seducción? En respuesta a ello, yo le digo que la naturaleza pecaminosa es la misma en cada generación. Las pandillas de homosexuales violentos convirtieron a Sodoma en una de las ciudades más malvadas e inseguras en el mundo. Esta muchedumbre asesina, entre los cuales había muchos jóvenes, intentaron abusar sexualmente de los ángeles que visitaron a Sodoma.

Los arqueólogos han descubierto dibujos pornográficos en las paredes de antiguas excavaciones. La literatura secular china abunda en desviaciones sexuales y erotismo. En el siglo XIV, los escritores hablaban de forma alarmante acerca jóvenes fuera de control, desobedientes a los padres, llenos de cólera, y listos para destruir a aquellos que se les opusieron.

¡No! No es solamente las revistas sucias, las películas inmundas y la televisión corrompida. Es más que un espíritu de iniquidad lo que está ocasionando que los hombres tengan los ojos llenos de adulterio. La gente no está pecando deliberadamente y yendose en picada simplemente porque se han convertido en víctimas de una abrumadora fuerza de maldad.

Esta generación se está volviendo malvada y vil porque está perdiendo su fe en Dios. Y esa fe se está disipando porque la Biblia ya no es vista como la fuerza que da vida. Si la fe viene por el oír la Palabra de Dios, y la Palabra es descuidada y dejada a un lado, no es de sorprender que la fe de muchos se haya disipado.

No culpe al diablo por su decadencia espiritual. No culpe a los pornógrafos, productores de películas, magantes de la televisión, traficantes de drogas ni a las empresas de bebidas alcohólicas. Nuestros deslices son el resultado de una cosa: falta de oración y de lectura bíblica.

Hoy no puedo encontrar sino un puñado de cristianos que toman tiempo para orar. Sabemos que tenemos que orar, sabemos lo que le pasa a nuestras vidas espirituales cuando ignoramos al Señor. Sabemos que Cristo nos espera en el cuarto secreto de oración para renovarnos y llenarnos diariamente con su poder y santidad. No ignoramos cómo Dios trabaja. Entendemos plenamente que su camino de pureza y santidad es simple y fácil de seguir. Con todo y eso encontramos casi imposible parar nuestras vidas para pasar una sola hora diaria en la santa presencia de Dios.

Tenemos tiempo para ver horas y horas de televisión. Tenemos mucho tiempo para socializar, salir a comer, asistir a eventos deportivos, etc. Pero terminamos el día muy cansados, mentalmente exhaustos para orar o leer la Palabra de Dios.

Honestamente, ¿cuánto lee la Palara de Dios cada día? ¿Cada semana? ¿Cuánto tiempo pasa encerrado con Dios, absolutamente solo, para derramarle su corazón a Él? La verdad es que toda ésta generación tiene poco o nada de tiempo para orar o para leer la Biblia.

Dios me ha estado desafiando a regresar al cuarto secreto de oración con una renovada determinación de sacudirme las influencias mundanas de este siglo.

El mundo me puede cambiar solamente cuando mi hombre interior está frío o tibio. El pecado y la suciedad de mi alrededor pueden afectarme únicamente cuando mi alma está seca y vacía. Cuando el amor por Jesús arde en alma, cuando la mente está elevada en oración y alabanza, cuando la Palabra de Dios está fresca y viva en el corazón, ningún demonio o diablo del infierno pueden tocarme o influenciarme. Ningún placer mundano puede atraerme. No hay multitud de impíos que me haga desviar. Nada de lo que Satanás haga desfilar ante mis ojos puede seducirme porque estoy vivo con el poder de la santa presencia de Dios.

Cristianos, ¡qué vergüenza por todos nosotros! Qué vergüenza por darle a nuestro precioso Señor tan poco de nuestro tiempo. Qué vergüenza por sentarnos a la mesa del diablo, gozándonos en cosas mundanas. Qué vergüenza por comprometernos y llamarlo madurez. ¡Qué vergüenza por dejar la Biblia ahí en la mesa, cerrada, sin uso, descuidada!

Es cierto, la oración a veces es difícil. Dios entiende plenamente las presiones que sentimos. Él no es un amo duro, su yugo es fácil y ligera su carga. Pero Dios no permitirá por más tiempo que esta generación de cristianos siga siendo perezosa en cuanto a la oración y la fe. Astutamente, Satanás nos está volviendo muy ocupados para no pasar tiempo con Dios. Y cuán fácil es hoy en día simplemente "tomar las cosas por fe", sin oración, sin búsqueda de la Palabra de Dios para buscar ayuda y dirección. Sentimos que Dios nos debe cada promesa, que ya no es importante apartar de nuestro horario un tiempo y un lugar para orar. Elevamos a Dios lo que llamamos "oraciones de pensamiento". Nos consolamos creyendo que Dios debería estar contento que pensamos en Él de vez en cuando a lo largo de nuestros ocupados días.

No lo vamos a lograr, cristiano. No lograremos sobrevivir el diluvio demoniaco de corrupción que nos viene a menos que regresemos a la ferviente y diligente oración, y al estudio de la Biblia. Dios anhela encontrar hombres y mujeres que se alejen del desfile de sensualidad y caigan de rodillas en arrepentimiento y clamen por el poder que vence al mundo.

Necesitamos estar orando: "Oh Dios, hazme ver lo frío que me he vuelto. Hazme saber soy en este momento. Pon en mí de nuevo un hambre por las cosas espirituales. Hazme desear ardientemente la santidad y rectitud".

Dios está listo para reunirse con esta generación en el cuarto secreto. Él está listo para derramar una gracia tan abundante que nunca antes haya visto la humanidad. Él quiere enlistar a un ejército de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, que regresen a las sendas antiguas de santidad y pureza.

Yo creo que es posible permanecer limpios, no importa cuán malvado y vil se vuelva este mundo. ¡Yo creo que es posible que esta generación impía y perversa pueda ser testigo de el crecimiento de algunos de los más grandes cristianos que el mundo haya conocido, de aquellos que no claudican, sin miedo a predicar en contra del pecado, sin estar dispuestos a doblarse o quebrarse! Yo quiero ser uno de esos hombres de Dios. Yo quiero experimentar su don de santidad en medio de esta generación malvada y perversa.

Este es el deseo de Dios para todos aquellos que viven medio de la depravación:

"Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo" (Filipenses 2:15).