La Verdadera Fe Está Donde Hallas Reposo

David Wilkerson (1931-2011)

Siempre es bueno dar un paso de fe cuando hemos depositado nuestra confianza en Cristo. Este tipo de fe debe ser aplaudido. Sin embargo, la Biblia nos muestra que existe un gran peligro si no proseguimos de ese primer paso con una mayor fe.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Cuando estamos en una lucha profunda, las cosas pueden venir "rápidas y furiosas" y en esos momentos podemos pensar: "Señor, no sé si puedo manejar esto. No veo cómo podré superarlo". En esos momentos el enemigo se aprovecha, moviéndose con principados y potestades para intentar asaltar, robar y hacer naufragar nuestra fe.

Querido creyente, esto le sucede a todo verdadero siervo de Dios. Pedro nos advierte amorosamente que esto sucedería, diciendo: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13).

No importa cuánto tiempo sirvas al Señor, siempre podrás ser enseñado en el área de seguir su dirección clara, especialmente en los lugares difíciles. Nunca debemos decir: “Se acabó, Señor, ya fue suficiente". En cambio, deberíamos decir: “Señor, no veo el camino a seguir y no sé dónde encontraré la gracia para superar esto, pero tú prometiste dármela y yo sé que tú serás mi fuerza”.

Este lugar de verdadera fe es el lugar donde hallas tu reposo, al confiar plenamente en el amor del Señor. Dios te llevará hasta el final y te traerá a un lugar de bendición increíble. Puede que tengas que estar dispuesto a hacer cosas insignificantes y puede que enfrentes luchas y pruebas que serán duras, sin embargo, el campo de entrenamiento que Dios ha separado para muchos de sus seres más amados es donde aprendemos su naturaleza, su carácter, su bendición, y su bondad.

Somos apreciados por un Dios santo y él tiene un propósito santo para nosotros, al igual que lo tuvo para su propio Hijo. Por lo tanto, tenemos una paz que sobrepasa todo entendimiento; y descansamos sabiendo que su bendición nos espera. ¡Gracias Señor!

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