Restaurando Vidas Descarriladas

Todos tenemos un llamado de Dios para nuestras vidas. Quizá el Señor te dio un sueño relacionado con tu llamado y tú comenzaste con fuerza. Quizá pudiste vislumbrar la visión cumplida pero entonces apareció un obstáculo - una circunstancia imposible- y te descarriló. Perdiste impulso y pronto estabas completamente fuera del camino.

Una experiencia durante mi primer año de escuela secundaria ilustra esto. Yo había sido un buen jugador de baloncesto en Long Island, donde crecí, así que cuando mi familia se trasladó a una pequeña ciudad en Texas, yo traté de integrarme al equipo Junior preuniversitario. El entrenador me vio como un calienta bancas y por ello no me hizo jugar sino solo hasta que el equipo llevaba 30 puntos de ventaja.

Entonces nuestro delantero titular se lesionó y a otro chico lo expulsaron del equipo. El entrenador nos sentó y dijo: "Chicos, estamos en una mala temporada" De mala gana me miró y dijo: "Wilkerson, supongo que vas a comenzar" No eran exactamente palabras motivadoras pero yo estaba emocionado.

En mi primer juego como titular atrapé siete tiros y los convertí todos. Uno fue en el último segundo desde media cancha. Acabé siendo el máximo anotador del juego. Al salir de la cancha ese día, me di cuenta que el entrenador me miraba como si hubiera descubierto oro.

Pero en el siguiente juego, solo convertí uno de cada diez atrapadas y jugué mal. Esta vez, cuando salí de la cancha el entrenador me miró con una mirada fulminante. Terminé calentando la banca de nuevo y pasé el resto de la temporada viendo como mis otros compañeros jugaban.

Es fácil que nuestros sueños se descarrilen. Podemos empezar con fuerza pero las cosas cambian y la realidad es dura. Es entonces cuando Dios quiere enseñarnos algo importante sobre nuestros sueños.

Jesús es nuestro ejemplo cuando nuestras vidas se descarrilan.

Al principio de su ministerio, la reputación de Jesús referente a milagros y sanidades atrajo a multitudes. "Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos... Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? (Juan 6:3, 5).

Los estudiosos de la Biblia estiman que esta multitud era entre 10.000 y 15.000 personas. Ver a esta multitud debió alentar a los discípulos. Les confirmó que estaban siguiendo al hombre correcto y que cosas muy grandes estaban por suceder. Esto debió alegrar a Jesús al ver que estaban aprendiendo a esperar grandes cosas de él.

Sin embargo, cuando la multitud estaba reunida, los discípulos enfrentaron un dilema imposible: "Jesús dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?" (6:5). Apenas estaban comenzando a vivir un sueño cuando se dieron cuenta de lo dura que es la realidad. 

¿Este escenario te resulta familiar? Piensa en el primer trabajo que tuviste. Estabas emocionado porque parecía el primer paso en el cumplimiento de tu vocación. Pero después de algunos días aprendiste que tu jefe no era como parecía ser. Tenías que trabajar con un colega que parecía estar resentido contigo. La demanda de tiempo era mucho mayor de lo que se te había dicho, causando que perdieras precioso tiempo con tu familia. Te diste cuenta que "no tenía idea que sería tan difícil"

Así es como imagino que se sintió Felipe en ese momento. Desconcertado, le respondió a Jesús: "Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco." (6:7). Eso era una enorme cantidad de dinero. En esencia, aunque tuvieran los medios y la capacidad de proveer alimentos, aún no sería suficiente para alimentar a la multitud.

Al leer la respuesta de Felipe, una frase me llama la atención: "no bastarían". ¿Cuán a menudo pensamos de esta forma al enfrentar obtaculos? ¿Cuán a menudo nos preguntamos : "no estoy seguro de que tengo lo que se necesita. No tengo los recursos y dudo que tenga la capacidad. ¿Soy suficientemente fuerte en Cristo? ¿Tengo suficiente del Espíritu Santo? ¿Señor, estoy a punto de fracasar?

Pero podemos tener una certeza: Jesús había llamado a Felipe a una gran victoria ese día; Felipe no podía verlo todavía. Lo mismo es verdad para nosotros: Dios nos ha llamado a esperar grandes cosas de nuestro caminar con él. Pero, ¿qué pasa cuando la situación requiere fe? ¿podemos creer que él dará el milagro necesario? El desafío de Jesús aquí tenía un propósito: "Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer" (6:6).
 

Dios nos pide que confiemos en su versión de la realidad por sobre lo que nosotros podamos ver.

Hace 100 años, un francés llegó con un maravilloso invento llamado imágenes en movimiento. Él descubrió que organizando una secuencia de fotografías y moviéndolas rápidamente frente a una luz brillante, daban la impresión de que se movían como en la vida real.

Este inventor sabía que había descubierto algo especial. Así que él programó lo que sería una de las más famosas demostraciones públicas de una película. Las expectativas eran tan altas como los dignatarios que llenaban el auditorio. La película: "Llegada a la estación del tren" duró solo 50 segundos, pero causó un fuerte impacto, de hecho, demasiado fuerte. Él mostró un tren avanzando directamente hacia la cámara y algunos historiadores afirman que cuando la gente lo vio, entró en pánico. Sin contexto de una experiencia como esa, ¡pensaron que un tren real estaba a punto de atropellarlos!

Sin embargo, todo era una ilusión. La gente estaba convencida de que sus vidas estaban en peligro cuando en realidad solo estaban experimentando algo de humo y espejos.

Este es el truco que nos juega de satanás cuando desafía nuestra fe. En ese momento nuestras necesidades parecen mayores que nuestros recursos. Parece que nuestro sueño dado por Dios será destruido por un enorme tren. Entonces viene el diablo y nos dice: "se acabó, esto era mucho para ti" pero la "realidad" que satanás presenta es superficial. La verdad es que Jesús es más grande que cualquier dificultad que enfrentemos. Él sostiene nuestra realidad en sus manos, y su realidad es victoriosa.

Cuando todo parece perdido frente a un enorme tren que viene hacia nosotros, Jesús nos dice que no huyamos, sino "siéntense, estén quietos"

En este punto de crisis, Jesús les dijo a los discípulos: "Haced recostar la gente" (Juan 6:10). Jesús tenía lo que yo llamo CONFIANZA DEPENDIENTE. Ésta se basa en lo que él sabía del Padre.

En el capítulo previo, Jesús habla de haber recibido autoridad de su Padre... de hacer lo que veía hacer al Padre... de escuchar la voz del Padre y obedecer todo lo que dice. ¿Cómo Jesús pudo ver y aprender estas cosas? Seguro que hay un elemento sobrenatural en lo que Jesús sabía. Pero también él conocía del Padre a través de la oración. Una y otra vez leemos en los evangelios que Cristo se retiraba a orar, que pasaba noches enteras en comunión con el Padre y que pasó días en las montañas en comunión con él.

Ahora, cuando se enfrentaba a una multitud hambrienta, "él sabía lo que había de hacer" (6:6). La confianza dependiente de Cristo se basaba en su sentido de la realidad de Dios detrás de cada situación. Y él instruyó a los discípulos: "Hagan que la gente se siente, porque el Padre está a punto de satisfacer esta necesidad. Es hora de confiar que él proveerá todo lo que esta situación requiere"

Amigo, Dios es suficiente para cada circunstancia que tú enfrentes. El problema es que no sabemos lo que va a hacer. Este es el dilema que enfrentaron los discípulos. Jesús utilizó la experiencia para enseñarles: "Así es como deben tener una confianza dependiente en el Padre"

¿Ha llegado tu situación a un punto donde todo depende de Dios?

Tú puedes preocuparte, "le he hecho un daño demasiado profundo a mi esposo como para recuperarnos, incluso con la ayuda de terapia de pareja" o "incluso si mi hijo va a Desafío Juvenil (El ministerio juvenil de la iglesia del pastor David Wilkerson), él volverá a caer en la adicción" o "nunca podré llegar al lugar donde Dios me ha llamado. No estoy lo suficientemente entrenado. No tengo los recursos. Mi vida es un fracaso"

No te fijes en la necesidad. Bajo presión, muchos de nosotros ensayamos nuestra necesidad: "si solo tuviera tal cosa... si pudiera trabajar en esa debilidad..." Pero Jesús nos dice que no nos fijemos en nuestra necesidad sino en quien suple nuestras necesidades. "Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:25-27).

En el antiguo testamento, cuando las cosas parecían imposibles para el rey Asa, él se concentraba en su proveedor, no en su problema. Cuando el reino estaba rodeado por un enorme ejercito enemigo y no se veía ninguna esperanza, Asa oró "Señor, no sé que hacer, pero mis ojos están puestos en ti"

Jesús nos muestra cómo dar gracias en medio de nuestras situaciones. Frente a multitudes hambrientas con solo un puñado de panes y pescados, Jesús dio gracias a Dios:"Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió..." (Juan 6:11). 

Habla de confianza dependiente: Jesús agradeció al Padre antes de que la necesidad fuera satisfecha - y el milagro ocurrió inmediatamente después. "Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo" (9:12-14).

Tu situación no depende de tus recursos, sino depende de Dios. "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" Filipenses 4:19).

Probablemente tu corazón haya llorado a traves de tu necesidad. Ahora no es momento de revisar tus errores; en cambio, es el momento de recordar la bondad de Dios. Es momento de dejar de preocuparte de tu gran necesidad y en lugar de ello comenzar a dar gracias a Dios. Es tiempo de aprovechar la fuerza de la fe familiar cuando te falta fe por ti mismo. Confía, tu Dios está a punto de mostrarse poderosamente en tu vida. Creelo y hallarás descanso en él!