Tratando con Expectativas Fracasadas

David Wilkerson (1931-2011)

Algunos creyentes guardan resentimiento hacia Dios, lo cual puede ser muy peligroso. Lamentablemente, un número cada vez mayor de ministros se desilusiona, se agota, incluso se enoja con Dios; y se aleja de su llamado. Si bien esto es difícil de entender, muchos de ellos razonan así: “Fui diligente, fiel, di lo mejor de mí, pero cuanto más trabajé, menos resultados vi. Mi congregación no estaba agradecida y todas mis oraciones parecían en vano. Ahora estoy dando un paso atrás para poder tratar de resolver las cosas”.

La Biblia nos da un ejemplo de un misionero que se desanimó cuando las cosas no salieron según lo planeado. “Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te dire” (Jonás 3:1-2). Él había desobedecido esta orden una vez antes con consecuencias nefastas (¿recuerdas la historia de Jonás y el gran pez?). Pero esta vez obedeció y predicó el mensaje que Dios le había dado.

Jonás esperaba que la ciudad fuera destruida, así que lo esperó, ¡pero no pasó nada! ¿Por qué? Porque Dios tuvo misericordia y cambió de opinión: “Vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría” (3:10). En otras palabras, el pueblo de Nínive se arrepintió y Dios les mostró misericordia y gracia.

Jonás estaba triste y decepcionado porque las cosas no habían salido según lo planeado. Además, su orgullo estaba herido y este espíritu herido eventualmente se convertiría en ira.

Dios entiende nuestro dolor y confusión; después de todo, nuestro clamor es humano. Recuerda, el Señor sólo tiene cosas buenas en mente para ti y te sanará de toda amargura a medida que buscas su rostro. Verdaderamente “[Él] es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). ¡Aleluya!