AMAR A DIOS SIGNIFICA CONFIAR EN ÉL

David Wilkerson (1931-2011)

“Y uno de ellos [los fariseos], intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:35-40).

Jesús le estaba diciendo: "Todo lo que te pediré se deriva de hacer estas dos cosas". Si el amor absoluto por Dios es tan importante, él debe mostrarnos cómo amarlo. Muchos verdaderos creyentes han clamado: “Realmente no sé cómo amarlo”.

Muy a menudo pensamos que nuestro amor por Dios es algo que hacemos por él, como alabar, adorar o entrar en el lugar secreto para hablar con él. O creemos que amarlo significa ser santo, amable, testificar a los inconversos. Pero, no, amar a Dios es dejar que él sea Dios en nosotros y a través de nosotros, es algo que él hace por nosotros. Evitamos este concepto como si fuera un concepto egoísta, pero no lo es. Lo amamos más y mejor cuando le permitimos fluir a través de nosotros, haciendo y siendo todo lo que él dice que es.

Los cristianos claman a él, ayunan y oran con grandes lágrimas. “Señor, te amo! ¡Te amo!” Pero el amor no se dirige simplemente a Dios como un ser aislado e intocable que no necesita más que alabanza. ¡Dios necesita amarnos! Él necesita que sus hijos aprovechen su poder y usen sus recursos.

Echa mano de las preciosas promesas de Dios y ponlas en práctica en tu vida diaria. No es amor ignorar todo lo que él ha prometido ser y hacer a través de ti. No es amor pasar por la vida acosado, solo, deprimido, cargando tus propias cargas. Así que entra en la vida de Dios, una vida de reposo victorioso y vencedor. ¡Jesús ya derrotó al diablo en la cruz!