La Gran Separación Final

Nos gusta mucho citar las palabras de victoria que el Señor le prometió para su iglesia, «Las puertas del Hades no podrán vencerla» (Mateo 16:18). Pablo dice que Cristo ama a su iglesia, y que ella será presentada ante Él en los últimos días, santificada y lavada por la Palabra. Una novia sin mancha ni arruga (Lea Efesios 5:25-27). En palabras simples, la iglesia de Jesucristo al final de los tiempos será  un cuerpo de creyentes glorioso, prevaleciente y conquistador. Podemos mantenernos firmes en esta promesa hecha por el Señor mismo.

Aun así, el enemigo ha venido a tratar de destruir esta gloriosa iglesia de los últimos días. Pablo nos advierte que el pueblo de Dios enfrentará una caída de la sana doctrina de Cristo, volviéndose a evangelios de lujuria y egoísmo. «Pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas» (2°Timoteo 4:3-4).

Entonces, ¿Qué mensaje tenemos que predicar en estos últimos días? Pablo lo explica muy claramente en este pasaje: El mensaje de la sana doctrina. Esto involucra la cruz, la segunda venida de Cristo, la santidad, sufrimiento, la auto negación, abandonar el pecado — todas las cosas que Pablo dijo que serían olvidadas en estos días. El aún nos dice cómo tenemos que predicar esta doctrina: «Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (4:2).

¿Por qué Pablo estaba tuvo que entregar una palabra tan solemne? Era porque la tragedia ya estaba viniendo sobre la iglesia de los últimos días, en las mismas congregaciones a las que Pablo escribe aquí. Estas congregaciones ya habían rehusado condenar y reprender el pecado y seguir la sana doctrina, y se habían entregado a la avaricia y placeres de este mundo. Ya habían desarrollado «comezón de oír» para oír un evangelio de materialismo y de predicación suave. A causa de esto se levantó  una nueva generación de predicadores entre ellos, hombres carnales que rascarían sus oídos con un evangelio barato, sin cruz, sin culpas.

Así como Pablo,  Pedro también escribe de aquellos que se reúnen a oír sermones complacientes de parte de falsos maestros que ofrecen un evangelio de comodidad para la carne. «Sabed ante todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones  y diciendo: «¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación» (2°Pedro 3:3-4).

¿Quiénes son estos burladores que dirán tales cosas? No es ni la multitud secular, ni la multitud ateísta ni agnóstica. No es Hollywood o los que enloquecen en el alcohol o la droga. No son los judíos o islámicos. Ninguno de ellos está preocupado por cuestionar la venida de Jesús, ya que para ellos no tiene ningún significado de valor.

No, Pedro está hablando de las masas de aquellos que, haciéndose llamar Seguidores de Cristo, han rechazado la sana doctrina y han abrazado un evangelio de codicia. La única manera de que esta gente se entregue a este evangelio de la carne, es sacando de su mente la venida de Jesús. Este es el único medio para deshacerse de la culpa que acarrea su mentalidad y de su estilo de vida. Estos son de quienes Pedro hablaba, «y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado» (2:2).

Considere la condición de la iglesia de hoy, con todas sus influencias mundanas, su entretenimiento mundano, su liviandad y frivolidad, su enfoque en el dinero y el éxito. Y piense también en la ausencia de dolor y tristeza santa por su pecado, la falta de auto negación y devoción a Cristo. Está claro que la iglesia de hoy ha perdido su autoridad, y ha sido vaciada de su poder espiritual hace tiempo.

Cristo no vendrá a buscar a una iglesia que se ha convertido en cueva de ladrones. Él no vendrá por una iglesia que está siendo guiada por un CEO o Director Ejecutivo, sino una que esté siendo guiada por el Espíritu Santo. La iglesia que el viene a buscar será la que rechaza toda la necedad y toda doctrina del falso evangelio. Es una iglesia cuyos púlpitos están llenos de profetas sin miedo y atalayas que predican como oráculos o mensajeros de Dios y que no repiten mensajes prestados. La iglesia que está llena de creyentes santificados que rehúsan amar a este mundo y no han dejado que este capture sus corazones.

¿Cuál es la respuesta de Dios a estas doctrinas de la codicia?

¿Cómo el Señor sacará de este estado a una iglesia victoriosa, poderosa, una que esté preparada y ansiosa esperando su venida? El Espíritu de Dios va a levantar Nazareos espirituales, hombres y mujeres con el poder del Espíritu Santo, gente apartada para Dios que ha renunciado al mundo y todas las cosas mundanas.

¿Qué es un Nazareo? Eran israelitas que tenían un voto al nacer para ser separados del mundo. Los nazareos no bebían vino, que representaba para ellos las pasiones y lujuria del mundo. Ellos no tocaban ni tenían ningún contacto con animales o personas muertas, pues representaban la muerte espiritual. Y tampoco se rasuraban su cabello como símbolo de compromiso a una vida de separación. Los nazareos estaban en el mundo, pero no eran del mundo, eran separados para Dios, solo para sus propósitos.

El profeta Samuel era un Nazareo. También lo fue Juan el Bautista, un hombre que fue totalmente separado para Dios, y obviamente lleno del Espíritu Santo. Sansón, que vivió en el periodo de los Jueces, también fue llamado para ser un nazareo. El mundo reconocía que estos hombres eran diferentes, diciendo, «Este hombre no habla como nosotros, no vive como nosotros vivimos. Está apartado para Dios.»

Alrededor del mundo, Dios aún tiene un remanente espiritual  de Nazareos en los púlpitos y bancas de las iglesias. El Señor tiene un cuerpo entero de predicadores, maestros, evangelistas y siervos que no han sido tocados por los deseos y ambiciones de esta era. Estos hombres y mujeres apartados para Dios se mueven en el Espíritu, predicando un evangelio de fuego, completo y sano, y testifican del poder transformador del Espíritu Santo.

Cuando Jesús comenzó la iglesia en Jerusalén después de su resurrección, él no les dio instrucciones de hacer encuestas a los pecadores, preguntándoles qué clase de iglesia los atraería. Nunca les dijo que predicaran un evangelio que no ofenda, para que la gente se sienta cómoda. En lugar de eso, les dio a sus seguidores un simple mandato; «Esperen aquí por el derramamiento, el mover de mi Espíritu.»

En Pentecostés, éste fue el mensaje que trajo a miles a doblar sus rodillas; «a éste... prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó» (Hechos 2:23-24). ¿Cuál fue la respuesta entre aquellos que escucharon este mensaje?

«Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?» La respuesta de Pedro y los demás fue clara: «¡Arrepiéntanse!»

Amados, sin el mover del Espíritu Santo — sin su presencia y poder sobre nuestras vidas — no tenemos absolutamente nada. Cada uno de nosotros simplemente estaría perdiendo el tiempo. Él debe ser el poder que nos mueve y conmueve los corazones de un mundo pecador.

El plan de Satanás era el de robar a Sansón ese mismo poder y fuerza a través de Dalila. Su nombre significa «aflojar, suavizar, perder intensidad.» Sansón había comenzado fuerte, viviendo una vida apartada para Dios, mientras juzgaba a Israel. Luego, por un periodo de veinte años, no leemos nada acerca del Espíritu Santo moviéndose en Sansón. No había más hazañas, ni victorias poderosas contra los enemigos de Israel.  ¿Por qué? Él se fue aburriendo y cansando de esa vida separada, pensando, «He sido muy exagerado, viviendo muy estrictamente.  No tiene nada de malo un poco de relajación y descanso. ¿Porque no probar un poquito de los placeres del mundo?» Así que bajó hacia el Valle de Sorel, que era territorio filisteo, en donde encontró a Dalila, una prostituta y paso la noche con ella.

La siguiente mañana, Sansón se dio cuenta de que pese a su accionar desenfrenado, él no había perdido su fuerza. Su cabello no se había caído, y el Espíritu no lo había dejado. Evidentemente, él pensó, «Puedo tener estos placeres prohibidos después de todo, y aun así mantener mi unción.»

El comenzó a amar la vida fácil. No se preocupaba por la seguridad de Israel, o el bienestar de los huérfanos y las viudas. En cambio, Sansón pensaba; «Ya he dedicado mucho de mi tiempo, ahora es tiempo de complacerme a mí mismo.»

Esta misma mentira está engañando a muchos seguidores de Cristo hoy en día. Ellos se dicen a sí mismos, «Oh, un poco de pornografía en internet no me va a hacer daño. Y estas películas con contenido obsceno no impactarán mi vida espiritual. Un poquito de alcohol no me va a afectar» Mientras Sansón suavizaba su vida apartada para Dios, el enemigo estaba trabajando detrás de la escena. Los filisteos instaron a Dalila; «Sedúcelo. Averigua cuál es el secreto de su poder, para que podamos triunfar sobre él. Usa tus encantos, y nosotros lo ataremos y lo llevaremos cautivo.»

La tragedia de Sansón no fue su fornicación con Dalila, aunque solo este pecado era lo suficientemente grave para descalificarlo del servicio a Dios. No, la tragedia de Sansón fue que él dejó de valorar la obra del Espíritu en su vida. La presencia de Dios ya no era lo más importante para él. Este hombre que una vez fue un poderoso hombre de Dios, dio por sentado el poder y la bendición de Dios en su vida, pensando que no dependían de su comunión con Dios.

Por supuesto, Sansón despertó esa mañana en los regazos de Dalila, con su cabello completamente cortado. Él pensó para sí mismo, «He podido librarme de esto antes. Esto no es un problema para mi.» Pero esta vez, mientras los filisteos lo rodeaban, Sansón se encontró con la sorpresa de que estaba más débil que un gatito. Él no se había dado cuenta que el Espíritu de Dios se había apartado de él. Lo más trágico de todo es que el pueblo de Dios volvió a la opresión bajo el poder de los filisteos.

Hoy, miles de Cristianos sentados en iglesias muertas, no se han dado cuenta de que El Espíritu de Dios los ha dejado.

El espíritu de Dalila ha tenido éxito en poner a muchos a dormir en su regazo. Mientras tanto, su vida espiritual y su fuerza van siendo vaciadas de ellos. Yo pregunto, ¿La iglesia de Cristo, va a terminar en las manos de su enemigo, atada y capturada por el enemigo? ¿Vivirá sus últimos días como un cuerpo de así llamados creyentes, indiferentes, engordados codiciosos y sin oración?

¡No, nunca! Gracias a Dios, nuestro libertador no es un mero hombre como Sansón. Y el espíritu de Dalila no es rival para el hijo del Dios vivo, Jesús el Cristo. Ella va a caer de rodillas y se inclinará ante él. De hecho, ahora mismo, Cristo está tratando con el espíritu de Dalila en su iglesia. Él ha instruido a su Santo Espíritu:

«Destruye este espíritu de Dalila, y persigue a todos aquellos que han sido seducidos por el — cada predicador, cada laico, cada persona llamada por mi nombre. Convencelos, adviérteles y diles que quiero darles otra oportunidad de que vean mi gloria, así como lo hice con Sansón. Diles que esta casa de comodidad en la que se han metido — una casa de tentación que ha arruinado a tantos — va a ser sacudida desde sus cimientos. El techo caerá y se derrumbará por completo.»

También nos es dada una palabra de esperanza. Dios dijo al profeta Hageo que él prometía llenar a su iglesia de los últimos tiempos con su gloria. «Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Hageo 2: 6-7).

En pocas palabras, Cristo es el deseado de las naciones, y el está volviendo otra vez, pero primero, hará un gran temblor. Todo lo que debe ser conmovido, Jesús dijo  que será conmovido. Esto significa que habrá una gran separación, y solo permanecerá que lo que no pueda ser conmovido. Entonces, ¿Cuál será esa parte que permanecerá?

Será un pueblo que vuelva a los brazos de Cristo — una iglesia ardiendo intensamente, de rodillas, contrita, completamente despierta y esperando por su venida. Será una iglesia que ha rechazado y vuelto las espaldas completamente a todo coqueteo con el pecado, y que esté separada para el Señor, con manos limpias y un corazón puro. En esta iglesia, el Espíritu Santo tiene libertad de moverse y obrar en maneras poderosas. Nada puede impedir que su unción fluya, y la gloria de Dios será tan clara, que todos la verán.