Expulsando Espíritus Inmundos

Hay muchas personas hoy en día que están luchando con cosas en sus vidas que son tan profundas y feroces que no pueden ser explicadas. Tales cosas sólo pueden ser comprendidas como espíritus inmundos. La Biblia señala este fenómeno sobrenatural y Dios responde a eso en Marcos 4-5.

Jesús estaba enseñando a una gran multitud a la orilla del mar. Las multitudes eran tan numerosas y presionaban al Señor que Él tuvo que subir a un bote y hablarles desde el mar. Él enseñó a las personas pacientemente, ilustrando Sus verdades con muchas parábolas. Luego llegando la noche una extraña emergencia vino sobre Él. Ello literalmente detuvo a Jesús en su camino. Él rápidamente terminó su predicación y dejó a las multitudes.

Esta emergencia puso tanta presión al Señor, que Él ni siquiera se detuvo a reunirse con Su familia, quienes habían viajado para verlo. “Entonces Su madre y Sus hermanos vinieron a Él; pero no podían llegar hasta Él por causa de la multitud” (Lucas 8:19). Jesús sintió que no tenía tiempo que perder. Él se dirigió hacia el mar y le dijo a Sus discípulos que era tiempo de partir.                                                                                                                                        

Sin entender cómo nuestro Señor había escuchado un lamento cruzando el mar. Era el grito tormentoso de una persona herida y que necesitaba gran ayuda. El grito que Jesús escuchó fue de un endemoniado, un hombre poseído por un espíritu inmundo. Esta alma atormentada vivía en un cementerio de una ciudad, entre los muchos sepulcros subterráneos hechos de piedra que habían sido cavados en las montañas cercanas. El hombre hizo su casa en una de esas tumbas labradas de piedra. Mientras él clamaba día y noche, sus horribles gritos llenaban el ambiente a toda hora.

Nadie había podido ayudar a este hombre en su terrible condición – ningún doctor, ningún experto, ni ningún líder religioso. Él estaba literalmente fuera de control, corriendo de un lado a otro desnudo, “y nadie le podía dominar” (Marcos 5:4). Él vivía en tormento diariamente, “cortando su cuerpo con piedras” (Marcos 5:5) e hiriendo su cuerpo. Mientras Jesús enseñaba a las multitudes religiosas al otro lado del mar, quiso también poner atención al clamor de este hombre desesperado -y detuvo todo lo que estaba haciendo para ir a verlo.

Cada semana nos sentamos en la iglesia al lado de muchas personas que claman y que viven atormentadas.

Puedes tener muchas personas atormentadas en tu congregación. Podrían ser hombres o mujeres, adolescentes o adultos, miembros del coro, cualquier tipo de persona. Sin saber de qué manera, un espíritu inmundo ha tomado control de sus vidas y no los deja.

Cuando uso la frase “espíritu inmundo” me refiero a un espíritu que es inmoral o lascivioso, que esclaviza a alguien a alguna pasión desenfrenada. Las personas que están atadas a esta clase de espíritus ya no tienen el control sobre sus vidas. No pueden pasar por un bar o visitar el internet sin ser arrastrados al pecado. Son atraídos hacia ello, adictos, poseídos por una pasión inmunda, que crece cada día más fuerte sobre ellos. Dentro de ellos claman en tormento como el endemoniado Gadareno, “Estoy atado. Mi vida está totalmente fuera de control. Satanás me tiene esclavizado”.

Si eso te describe, entonces ahora sabes que hay algo mucho más doloroso y agonizante que vivir en una tumba física. En lo más profundo de tu alma has llegado a ser un esclavo de la impureza. Diariamente eres llevado a hacer cosas que odias. Y ahora eres atormentado por una voz interna que clama: “estás destruyendo tu cuerpo, el templo de Dios. Y la Biblia dice, “Quien destruye el templo, Dios le destruirá a él”” No importa lo que hagas para tratar de ser libre, nada te ayuda.

He visto que esto le ha sucedido a muchos adictos que nuestro ministerio ha rescatado. Un joven atormentado que no soportaba su adicción trató de quemar los lugares donde se inyectaba en los brazos, usando un sartén al rojo vivo. Otro adicto desesperado se encadenó a sí mismo a un calefactor en la pared, para mantenerse lejos de regresar a consumir drogas. Otro muchacho joven que llenó una jeringa con su propia sangre y roció un literal grito de “Ayuda” en el cielo raso de su cuarto.

Todos se habían rendido con el endemoniado Gadareno. Lucas escribe que él había estado en esta condición por “mucho tiempo” (Lucas 8:27). Él era poseído por tantos demonios que respondían al nombre de Legión. Y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos. (Lucas 8:29)Lucas 8:29.

Mientras leo acerca de cómo este hombre estaba encadenado, pienso en las personas que se encuentran en programas de auto-ayuda. Cuando un adicto llega a una clínica, agencia u hospital, el objetivo es aislar o desligar a esa persona de su adicción. Esos programas buscan apartar a las personas del exterior para separarlo de su adicción. Pero cada programa que se basa en que una persona esclavizada por las drogas pueda ser libre a través del esfuerzo personal, va a fallar. No podrá funcionar. Pregunta a cada adicto que ha estado en estos programas.

Jesús prueba esto. Él declara, “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero” (Lucas 11:24-26).

Creo que este pasaje no tiene nada que ver con los Cristianos. Si el Espíritu Santo ha realizado el trabajo en el corazón de una persona, el diablo no puede llamarlo más su casa. Más bien veo en las palabras de Jesús como las personas llegan a ser poseídas por espíritus “aún peores”. Simplemente el barrido y la remodelación de sus casas no fue hecha por Dios. Esa es la única razón por la que un espíritu inmundo puede decir, “voy a volver a mi hogar”. Tales personas han conseguido un cambio temporal a través de la autoayuda. Pero cuando Jesús saque el espíritu inmundo, la casa va a estar bajo Su control.

Jesús no trabaja sobre el hombre viejo. Cuando nacemos de nuevo nos convertimos en una completa y nueva creación. Cuándo el Espíritu Santo se mueve dentro de una persona Él paga la hipoteca de la tierra y derrumba la estructura vieja. La nueva casa que se construye es irreconocible al espíritu inmundo que una vez gobernó. Ahora hay un letrero afuera de la casa que dice: “bajo nuevo mantenimiento. Este es el Templo del Espíritu Santo”.

Jesús iba a responder al clamor del hombre y ningún demonio podría detenerlo.

La escritura dice que cuando ellos llegaron a la ciudad de los Gadarenos… Él bajó del bote y fue a tierra firme” (Lucas 8:26-27). Me imagino a Jesús bajando del bote, caminando hacia la tierra firme, y mirando, buscando. A la distancia Él ve al salvaje hombre endemoniado. Ahora veo lágrimas en los ojos de Jesús y su cara que se va sonrojando por el enojo que siente al ver el trabajo de Satanás atormentando a las personas. Sabemos que Cristo no juzgó a este hombre. No lo interrogó o le preguntó, “¿Qué terrible pecado cometiste para caer en tan horrible condición?” En lugar de eso, ve al hombre caer delante de Él, desesperadamente clamando por liberación.

Jesús inmediatamente mandó al espíritu inmundo que salga de él. A este punto, los demonios tomaron control de la lengua del hombre y clamaron, “¿Qué tienes con nosotros, Jesús?” Los recuentos de Mateo añaden, “¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8:29). Ellos estaban diciendo, “Sabemos que seremos juzgados algún día. ¿Pero por qué estás aquí ahora, Jesús? Este no es el tiempo señalado.” Los demonios trataron luego de hacer un trato con Jesús sugiriendo, “Déjanos salir y morar dentro de aquella manada de cerdos”. Pero Jesús nunca negocia con el diablo. Él sabía exactamente lo que aquellos demonios tenían en mente. Ellos querían un hogar temporal para que cuando los cerdos fuesen sacrificados los espíritus pudieran saltar sobre otras personas.

Jesús mandó esos demonios dentro de la manada de cerdos. Pero Él permaneció en total control de la escena. Él inmediatamente hizo que los cerdos corrieran hacia un precipicio y cayeran al mar. Qué2a imagen la que se nos presenta: una manada de animales impuros, prohibidos, poseídos por una legión de espíritus inmundos cayendo en un abismo de tormento. Luego cuando los lugareños vienen a ver qué es lo que sucede, “encuentran al hombre, de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio” (Lucas 8:35).

Esta historia verdadera nos demuestra el deseo de Dios de liberar a todos los que son esclavos.

Quiero hablar directamente a aquellos que están siendo arrastrados por un espíritu inmundo. ¿Cuántas veces has preferido unos pocos minutos de placer sabiendo que eso te dejará enfermo y en desesperación? Estos no son solamente hábitos. Son el trabajo de espíritus inmundos que han tomado dominio sobre tu vida. No importa si eres una persona muy educada, un profesional tan exitoso que piensa que puede detener su mal hábito en cualquier momento. Tienes que enfrentarte a la verdad: Has perdido el control. Y a menos que los espíritus inmundos sean expulsados, terminarás tan poseído como el hombre Gadareno.

La Biblia dice que Dios nos ha dado todo poder y autoridad sobre el enemigo para expulsar demonios y espíritus inmundos. Aunque Jesús dijo “esta clase” se va sólo cuando ayunamos y oramos. Quiero que sepas que he ayunado y orado por este mensaje. Y si tú solamente haces lo que hizo el hombre Gadareno -caer sobre tus rodillas ante Jesús, confiar en Él, y pedirle que te libere- cada espíritu inmundo huirá. Podrás ser libre y serás restaurado a tu juicio cabal.

Ahora déjame dirigirme a un grupo de Cristianos que ha caído nuevamente en un mal hábito. Fuiste tentado, y ahora te encuentras atrapado en un antiguo pecado que te tiene esclavizado. Puedes creer estar convencido que Dios te ha entregado a una mente reprobada. Piensas que tu corazón es demasiado duro, demasiado  orgulloso, demasiado rebelde para anhelar ser libre otra vez.

En muchas ocasiones, la Biblia dice que el pueblo de Dios fue orgulloso, duro de cerviz, rebelde, reprobado por Dios. Aun así, Dios les extendía Su misericordia cuando ellos se volvían a Él. “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad” (Óseas 11:8-9). El Señor estaba diciendo, en esencia, “Tus amigos pueden abandonarte pensando que estás muy alejado de Mí. Pero Yo no lo veo de esa manera. Yo veo el potencial que hay en ti.”

Creo que Dios quiere enseñarnos dos cosas a través de la historia del hombre Gadareno:

1.- Nuestra batalla en contra de los espíritus inmundos continuará hasta que Cristo regrese. Y cada día se tornará más feroz conforme el diablo que está muy enojado, incrementa sus seducciones sobre la humanidad en estos últimos tiempos. Vemos esta incesante batalla llevarse a cabo a través del Nuevo Testamento. A cada lugar donde Cristo y los apóstoles iban, expulsaban espíritus inmundos.

Estás desconcertado mientras te preguntas por qué los Cristianos parecen tener tan poca autoridad para expulsar espíritus de personas poseídas? Creo que hay dos razones para eso.

Número uno, no estamos comprometidos a ayunar y a orar, como Jesús lo pide en ciertos casos. Tenemos que reconocer que las fuerzas satánicas sólo pueden ser expulsadas por una verdadera autoridad espiritual, la cual se obtiene a través de la oración y el ayuno. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).

Segundo, la iglesia ha llegado a ser tan flexible que estamos atemorizados de levantarnos en contra de los demonios. Tenemos temor de terminar como los hijos de Esceva en el libro de los Hechos. Estos siete hombres presumían de tener dominio sobre los demonios, pero cuando ellos trataron de expulsar un espíritu inmundo fueron atacados y golpeados por un hombre poseído por un demonio.

Si tratamos de confiar en armas carnales -programas de auto ayuda o psicología -terminaremos simplemente limpiando lo exterior de nuestros vasos. Y le abriremos las puertas para que las almas de personas que están sufriendo puedan ser poseídas en un mayor grado. Los demonios ponen su mayor atención únicamente a las voces de servidores devotos quienes pueden decir junto con Jesús, “El príncipe de este mundo viene, y él nada tiene en Mí” (Juan 14:30).

2.- Estamos llamados a alcanzar multitudes, pero no podemos olvidar las personas que están sufriendo en lo personal. No podemos permitir a nuestros ministros que llegan a las masas, que pasen por alto y ahoguen el clamor de un alma en soledad que está herida.

Es muy fácil no escuchar el clamor de una persona sin hogar que ves en una esquina. Es muy fácil ignorar a una persona que está sin afeitar, sucia, y esclavizada al pecado y nunca ver el potencial que tiene. Nos olvidamos que Dios fácilmente puede restaurar cada año desperdiciado de la vida de una persona. En lugar de ello, pensamos, “Esa persona es muy dura, está demasiado alejada de Dios.”

Pero Jesús escuchó el clamor. Él vio el potencial del hombre Gadareno. Y aquel hombre liberado, limpio, se convirtió en un testigo del poder de Cristo en toda la ciudad de Decápolis, causando que “todos los hombres se maravillaran” (Marcos 5:20). Jesús nos está diciendo, “no te rindas con nadie. Esa persona que piensas que está muy alejada de Dios puede terminar predicando el Evangelio en tu barrio.”

Si estamos ayunando y orando por esa clase de personas, como Jesús nos lo ha mandado, entonces nuestras lágrimas estarán en sintonía con sus clamores. Y de la misma manera que Cristo, seremos capaces de escuchar al Espíritu susurrarnos, “Ve a esa persona, y minístrale la Palabra de Dios.” Señor danos oídos que estén en sintonía contigo. Sé que nada puede detenerte de liberar a aquellos quienes Tú ha resuelto dar libertad. Amén!