EL PROPÓSITO DEL ESPÍRITU SANTO

Nicky Cruz

El propósito primordial del Espíritu Santo es dar poder al pueblo de Dios para alcanzar a los perdidos y atraer a la gente a la cruz de Jesucristo. Así como él nos convence de nuestros pecados, también se mueve en el corazón de los incrédulos, trayéndolos cara a cara con sus iniquidades y fracasos, con la futilidad de sus vidas fuera de Dios.

Cuando Jesús estaba preparando a sus discípulos para su partida de la Tierra, les dijo: "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio" (Juan 15:26-27).

Jesús nos dice que conocemos la verdad del evangelio porque el Espíritu de Dios nos la ha revelado a través de sus palabras. El Espíritu Santo ha dado testimonio de la gracia y la bondad de Dios. Nuestra confianza en nuestra posición en el reino de Dios no viene de nuestra propia esperanza e imaginación, sino del propio Creador, de su suave susurro en nuestra alma. Es así como sabemos que el amor de Dios es real y definitivo e inquebrantable.

Jesús pasó a explicar el papel del Espíritu Santo de esta manera: "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí" (Juan 16:8-9).

No es nuestro trabajo convencer a la gente de su pecado. El Espíritu Santo ya está haciendo eso. Y no estamos aquí para juzgar a la gente por sus pecados. Nuestro papel es simplemente estar allí para ellos, para hablarles de Jesús, abrazarlos en su dolor y sufrimiento; y traerlos, con amor, al maravilloso reino de Dios.

Jesús no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo (Juan 3:17). ¿No deberíamos nosotros tener la misma actitud?

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.