EL PROBLEMA DE NUESTRO PROPIO CORAZÓN

David Wilkerson (1931-2011)

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

Podemos escuchar enseñanzas sobre la necesidad de orar, ayunar y estudiar las Escrituras. Y podemos rogar a Dios por un hambre más profunda por él, un caminar más cercano con él y una mayor pasión por Jesús. Pero Proverbios nos dice que debemos considerar asuntos incluso más profundos que éstos. Este verso habla de asuntos del corazón, cosas ocultas y secretas que determinan el fluir de la vida que sale de nosotros.

Incluso si oramos más horas, ayunamos más a menudo y leemos la Biblia con mayor diligencia, aún podemos estar contaminados en nuestra mente y dejando pasar tan sólo unas gotas de ese fluir de vida.

Jesús nos dice claramente lo que contamina a una persona: “Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (Mateo 15:10-11). ¿Cuáles son estos asuntos del corazón? ¿De qué maneras se contamina nuestro hombre interior y luego todo nuestro ser?

La Biblia señala tres asuntos: una boca contaminada, oídos contaminados y ojos contaminados. Como siervos del Señor, no podemos permitir que nada obstaculice el fluir de la vida de Cristo en nosotros. Tenemos que gobernar nuestro corazón y nuestras acciones con su Palabra porque si alguna parte de nuestro hombre interior está contaminada, nuestra vida externa y nuestro testimonio se verán obstaculizados.

  • Una boca contaminada - Santiago advierte: “La lengua es un fuego, un mundo de maldad” (Santiago 3:6).
  • Oídos contaminados: “Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás” (Isaías 50:5). El Espíritu Santo afinó el oído del hijo para oír la Palabra de su Padre y éste se apresuró a prestar atención a ella.
  • Ojos contaminados: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).

Ninguna persona es demasiado santa para prestar atención a las advertencias de Jesús y hacer un cambio. Pídele al Espíritu Santo que escudriñe tu corazón y lo limpie en cada área de tu vida.