Obediencia por Amor
Cuando hablo de nuestro servicio a Dios, algunas personas protestan. ¿Me recordarías que eres un hijo y no un siervo? Entonces quisiera recordarles amablemente que Pablo ordenó a la iglesia: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:5-7). Él pudo haber venido la primera vez con una espada sobre un caballo blanco, pisoteando a todos los enemigos, pero Cristo eligió venir como un humilde siervo, totalmente comprometido con los intereses de su Padre.
Para un siervo dedicado como estamos llamados a ser para nuestro Señor, no hay dilema. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando dijo: “Que haya en vosotros este sentir que también hubo en Cristo”. La decisión de Pablo nunca estuvo en duda. Su amo era todo su mundo, y estaba unido a él con un lazo eterno de amor. No podía dejar a su amo ni a su casa.
La vida de un siervo gira en torno a su amor por su señor, por lo que Pablo consideró todo lo demás como "estiércol" para poder ganar al amo. Él era del tipo que estaría dispuesto a ser maldecido si otros pudieran llegar a conocer el amor de su señor. Él valoraba la intimidad con su amo por encima de cualquier bendición terrenal. ¿A quién le importan los rebaños, el maíz, el vino y el aceite, o cualquier riqueza terrenal cuando podrías tener una comunión y un compañerismo infinitos con Cristo?
Así es como Jesús les dijo a sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). En esencia, estaba diciendo: “Si me amas, me obedecerás”.
¡Cristo es suficiente! Por nada en este mundo vale la pena perder el sentido de su presencia. Toda la riqueza y prosperidad de toda la tierra no se puede comparar con un solo día junto a él. Los placeres a su diestra superan con creces cualquier éxtasis conocido por el hombre. Conocerlo, estar donde él está sentado en los lugares celestiales, es más que la vida misma. Servirle, ser conducido por él, ir y venir como sólo él manda, es la vida en el plano más alto. El amor hace que sea fácil obedecer desde la mañana hasta la noche.