No Dejes Tesoros Atrás

David Wilkerson (1931-2011)

Tú no puedes divorciar las provisiones de Dios de su amor. ¡Él nos ha dado provisión para cada crisis en la vida para ayudarnos a vivir victoriosamente en todo momento!

Una vez oré: “Señor, quiero conocer tu corazón. No puedo obtener una verdadera comprensión de tu amor por mí de ninguno de los libros de mi biblioteca, ni siquiera de los hombres más santos que jamás hayan existido. Quiero mi propia revelación de tu amor, directamente desde tu corazón. Quiero verlo tan claramente que cambie la forma en que camino contigo y la forma en que ministro”.

Oré durante semanas, sin saber qué esperar. ¿Esta revelación de su amor vendría corriendo a mi alma como una inundación? ¿Aparecería como una gran intuición que me dejaría sin aliento? ¿Sería un sentimiento de ser muy especial para él o tal vez un toque de su mano sobre mí tan real que me cambiaría para siempre?

No, Dios me habló a través de un pequeño y sencillo versículo: “De tal manera amó Dios... que ha dado...” (Juan 3:16). Su amor está ligado a sus riquezas en gloria, su abundante provisión para nosotros. La Biblia dice que nuestro amor por el Señor se demuestra por nuestra obediencia a él. ¡Su amor por nosotros, sin embargo, se evidencia en su generosidad! No puedes conocerlo como un Dios amoroso hasta que lo veas como un Dios generoso. Dios nos amó tanto que invirtió en su Hijo Jesús todos los tesoros, la gloria y las bondades del Padre, y luego nos lo dio. Cristo es el regalo de Dios para nosotros.

“Porque agradó al Padre que en él habitase toda la plenitud” (Colosenses 1:19). “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10). En otras palabras, “¡En él tienes todo lo que necesitas!”

Pocos cristianos se toman el tiempo para apropiarse de lo que Dios gratuitamente ha ofrecido. No lo perseguimos ni tomamos posesión de ello, y los tesoros de Cristo a menudo yacen en la gloria, sin reclamar. ¡Qué sorpresa vamos a tener cuando lleguemos al cielo! Dios nos mostrará todas las riquezas que su amor había provisto y cómo no las usamos.