Haz Todo el Esfuerzo para Crecer

Jim Cymbala

Recuerdo palear nieve de las canchas de baloncesto los sábados por la mañana cuando era joven. Acababa de aprender algunos movimientos nuevos y me estaba yendo bien, pero necesitaba hacerlo mejor. Necesitaba practicar más. Yo hacía 50 o 75 tiros libres. Siempre hay que seguir mejorando; nunca te detienes.

Pedro habla de esta mentalidad en nuestra vida espiritual. “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:5-8).

Ya tenemos fe, pero nos dice que hagamos todo lo posible para añadir a nuestra fe. Por lo que puedo entender, no hay ningún orden especial para estas cualidades; pero él está diciendo que estas son cualidades piadosas que el Espíritu hace crecer en nosotros. No sólo eso, Pedro estaba diciendo: “Añadid a ello”.

Estos versículos también me dicen que tú puedes ser cristiano y ser ineficaz porque no estás creciendo. Llegaste a algún punto de tu caminar cristiano y pensaste: “Está bien, lo logré. Conozco la Biblia bastante bien. Me detendré aquí”. No puedes. En el momento en que intentas detenerte, retrocedes. Además, no te contentes con ser fuerte sólo en un área. Algunas personas son excelentes para dar, pero su temperamento está fuera de control. Otras personas conocen muy bien su Biblia; son devotos de las Escrituras, pero son duros como un cangrejo, sin generosidad.

¡Por eso Pedro dijo que hiciéramos todo lo posible para crecer! Ahora, aquí está el misterio. Dios tiene que hacer todo en nosotros, pero nosotros debemos hacer todo el esfuerzo. Recuerda: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Dios no bendice a las personas que no lo buscan.

Digamos: “Dios, dame gracia. Quiero más. Tengo algo de sabiduría que me has dado; quiero más. He aprendido a orar, pero quiero hacerlo mejor. Ayúdame a hacer todo lo posible para crecer y sumar a lo que ya me has dado”.