Dios Quiere Hablar Contigo

David Wilkerson (1931-2011)

Dios desea hablarte como si estuvieras sentado para cenar con él. Él quiere conversar contigo, de corazón a corazón, sobre todos y cada uno de los asuntos. La Biblia dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Este versículo se ha usado a menudo cuando se habla a los inconversos. Hablamos de Jesús parado a la puerta del corazón del pecador, buscando entrada. ¡Pero no! El contexto muestra que Cristo le está hablando al creyente, a aquellos que están vestidos de vestiduras blancas (justicia), que han comprado oro probado en fuego, cuyos ojos son ungidos (abiertos), que son amados, reprendidos y humillados (ver Apocalipsis 3:15-19). Son personas santas y arrepentidas que quieren conocer la voz de Dios.

Al leer el versículo 20 de este pasaje, me saltan a la vista tres palabras: “Abre la puerta. ¡Abre la puerta!" El Espíritu de Dios habló claramente a mi corazón: "David, la razón por la que no me has escuchado como quiero ser escuchado es porque tu espíritu no está completamente abierto para escuchar".

A mi modo de ver, esta puerta representa un compromiso que muchos cristianos aún no han asumido plenamente. La mayoría de los creyentes oran: “Señor, todo lo que necesito es un pequeño consejo, unas pocas palabras de dirección, un rápido recordatorio de que me amas. Sólo déjame saber si lo estoy haciendo bien o mal. Por favor, ve delante de mí y abre las puertas”.

Sin embargo, Jesús nos responde: “Si lo único que quieres de mí es dirección, puedo enviarte un profeta o un predicador. El problema es que te estás perdiendo mi presencia”.

Jesús quiere tu cercanía, tus emociones más profundas, tu habitación cerrada. Él quiere sentarse contigo, compartir todo lo que hay en su corazón y hablar contigo cara a cara. Apocalipsis 3 es un cuadro maravilloso de esto. Habla de amor e intimidad, de compartir secretos, de voces tiernas.

Cuando Jesús entra, trae comida y pan, es decir, él mismo. Cuando te alimentes de él, quedarás completamente satisfecho.