Amor Tenaz por los Niños en Riesgo

Gary Wilkerson

Los estudios muestran que casi 19 millones de niños en los Estados Unidos crecen con un solo padre, y que más de una cuarta parte de estos padres solteros luchan contra la pobreza. Los niños corren un gran riesgo físico, emocional, mental y espiritual. Durante la adolescencia, son especialmente vulnerables al hambre, el abuso, el trauma emocional, los accidentes, los problemas médicos y los delitos penales.

El amor en cualquier circunstancia es un riesgo, pero amar y cuidar a un niño tierno cuya vida entera se ha consumido simplemente sobreviviendo requiere un compromiso con ese amor. Además de todo lo demás, los niños en riesgo a menudo deben lidiar con el rechazo de adultos cariñosos que no pueden comprometerse a largo plazo con la lucha por amarlos.

Hace un tiempo tuve una conversación con el personal de “Father's Love”, un ministerio que trabaja con niños de hogares monoparentales de bajos ingresos. Dijeron que ellos tienen una caja de oración donde los niños pueden presentar solicitudes de oración anónimas, y los dos temas más comunes en esas solicitudes son la negligencia y el abuso. Estos preciosos niños han sido víctimas durante la mayor parte de sus vidas, pero nunca han tenido a nadie con quien hablar. Cuando sean capaces de compartir su quebrantamiento para sacarlo a la luz y al aire, podrán dar los primeros pasos hacia la sanidad. Quienes los asesoran suelen ser las primeras personas que les permiten hablar sobre su trauma. También es, para muchos, la única vez que alguien ha compartido el amor de Dios con ellos.

Jesús tuvo palabras feroces para aquellos que harían daño a un niño. “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” (Mateo 18:5-7). Muchas piedras de molino en los días de Jesús eran tan grandes como un automóvil y pesaban cientos de kilos. Su advertencia fue clara: No dañen a los niños.

Lo más importante es que Jesús preparó el camino hacia un amor inquebrantable. También vio niños abandonados y maltratados, y los abrazó tenazmente. Nuestro Señor nunca se rindió con nadie, especialmente con aquellos que habían sido rechazados. “Debes estar ahí para ellos”, nos dice. “Quizás seas su única conexión conmigo, con la esperanza y una vida mejor. No rompas esa conexión. Ámalos con pleno compromiso y sin reservas”.