Aferrándonos a Nuestras Comodidades

Gary Wilkerson

Hay por lo menos seis o siete cosas diferentes que un escéptico te diría cuando tienes una palabra de Dios. Digamos que estás en el lado equivocado del Jordán, en el lado errante de la vida, pero te están llamando para que cruces. Dios está listo para lanzarte a una Tierra Prometida. Nunca habrá un momento en tu vida en el que experimentes más ansiedad e incertidumbre que el momento en que estás justo al borde de poseer lo que Dios tiene para tu vida.

Si lo deseas, haz un pequeño viaje conmigo e imagínate a uno de los fiables confidentes de Josué, un compañero de trabajo o tal vez un general en su ejército. Se le acercan y le dicen: “Josué, quiero hablar contigo”. Imagínate a este hombre siendo un escéptico en la vida de Josué, alguien que vino a él y le dijo: “Josué, veo el plan de Dios. Veo la visión y escucho la pasión en tu corazón, pero tienes que saber hacia dónde nos dirigimos. Tenemos que ser cautelosos; tenemos que tener cuidado”.

Lo primero que creo que dice el escéptico es: “Es más fácil donde estás”. Siempre es más fácil de este lado del Jordán. ¿Por qué? Porque has estado allí por un tiempo; es tan simple como eso. Es familiar, incluso si estás en un lugar incómodo.

Muchos cristianos viven bajo la creencia sutilmente engañosa de que si un llamado implica demasiado trabajo, entonces no debe ser Dios. Si es de Dios, será cómodo y fácil; y no exigirá un espíritu de fortaleza y vitalidad. Eso es un engaño del enemigo porque él va a tratar de hacerte decir: “Se está poniendo muy difícil; es hora de rendirse. Se está volviendo demasiado trabajo ahora y quiero dejar de laborar”.

A veces es más fácil quedarse en un mal lugar, estar asentado, cómodo y estancado porque estás familiarizado con el lugar.

Cuando Dios pide movimiento y nos aferramos a nuestra comodidad, a menudo nos encontramos cada vez más incómodos con las cosas que alguna vez nos consolaron. De hecho, estaríamos menos incómodos si hubiésemos ido a las cosas que Dios nos llamó a buscar. Aferrarse a lo cómodo puede convertirse en la ruina del llamado de Dios en tu vida.