Acabando Bien la Carrera

David Wilkerson (1931-2011)

“Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar” (Lucas 14:28-30)

Jesús habló estas palabras cerca del final de su ministerio en la tierra para advertir a sus seguidores que las buenas intenciones no serían suficientes para ayudarlos en tiempos difíciles. ¡Muchos no tendrían lo necesario para terminar la carrera!

Yo creo que la condición más trágica posible es comenzar con la intención total de aferrarse a Cristo y convertirse en un discípulo maduro y luego, alejarse lentamente y volverse frío e indiferente a él.

Dios, ayúdanos a comprender que siempre estamos cambiando; o estamos cambiando diariamente a la imagen de Cristo o estamos volviendo a nuestros viejos caminos carnales. Pablo dijo a los que han decidido asirse de Cristo a toda costa: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

¡Qué alegría encontrarnos con los que están terminando la carrera! Están creciendo en la sabiduría y el conocimiento de Cristo, alejándose cada vez más de este mundo y sus placeres, y volviéndose más celestiales. Sus sentidos espirituales están muy ejercitados, y su discernimiento de lo que es de Dios y lo que es de la carne es cada vez mayor. Están cortando todos los apegos terrenales. Con creciente intensidad, anhelan estar con él.

Tú puedes estar seguro de que cuando Cristo vuelva, tendrá una iglesia gloriosa. Estará compuesta por aquellos que se han desapegado tanto de este mundo que pasar de lo corruptible a lo incorruptible será solo un último paso de amor hacia su presencia.

Puede que te hayas caído en la carrera cristiana, pero puedes levantarte y correr de nuevo. Jesús no te fallará. No te dejará tirado junto a la vía, exhausto y quebrantado. Él levantará vuestras rodillas debilitadas y os dará su fuerza sobrenatural. Él estará allí en la línea de meta para decir: “¡Bien hecho!”